¿Cómo funciona la medicina hiperbárica?

Así, mientras que cuando se respira normalmente aire la Presión Parcial de Oxígeno (PpO2) en sangre arterial es de unos 90 mm de Hg, respirando oxígeno puro durante el tratamiento en cámara hiperbárica, esta PPO2 puede llegar a ser de hasta 2.000 – 2.400 mm de Hg a 3 ATA.
De ese modo, la medicina hiperbárica se basa en garantizar el transporte de oxígeno a los tejidos incluso cuando la hemoglobina y los glóbulos rojos no se encuentren en condiciones de hacerlo, como ocurre en el curso de situaciones de anemia o de intoxicaciones por gases como el monóxido de carbono. También favorece la difusión del oxígeno de los capilares a las células, donde por cualquier causa exista una disminuida perfusión sanguínea.

La especialidad es de desarrollo reciente en Latinoamérica, aunque con sus comienzos en la década del 30 del siglo pasado, tuvo auge en países socialistas donde el estado buscaba minimizar costos hospitalarios y acelerar la curación de enfermos. En Argentina, existe este tipo de actividad desde hace más de 35 años. Está muy vinculada a la medicina del buceo y es una práctica que poco a poco van conociendo los médicos.

Cómo funciona la medicina hiperbárica

Es una aplicación que tiene sus fundamentos en la medicina del buceo y en 1960 en Amsterdam se realizó el primer congreso de oxigenoterapia hiperbárica aplicado a patologías ajenas al buceo, donde fundamentalmente se la aplicaba a las infecciones producidas por gérmenes “anaerobios”.
Después de allí se comenzó a aplicar en otras patologías y se formaron las diferentes sociedades científicas en el mundo como la de Estados Unidos, la europea, la rusa, japonesa, mientras que desde 1986 funciona la Sociedad Argentina de Medicina Hiperbárica y Actividades Subacuáticas.
Según resalta la institución especializada, las indicaciones de la medicina hiperbárica son: enfermedad de descompresión, embolia traumática por aire, embolia gaseosa, intoxicación por CO o inhalación de humo, intoxicación por gas cianídrico / sulfidrico; gangrena gaseosa, síndrome de Fournier, quemaduras térmicas y eléctricas; Isquemias agudas traumáticas: lesión por aplastamiento; infecciones necrotizantes de tejidos blandos: celulitis, fascitis, miocitis, infección del lecho quirúrgico;

Vasculitis aguda de etimología alérgica, medicamentosa o por toxinas biológicas; Lesiones refractarias: úlceras de piel, pie diabético, escaras de cúbito, úlceras por vasculitis autoinmune; Lesiones por radiación: radionecrosis, osteorradionecrosis y lesiones actínicas de mucosa; Osteomielitis; Colgajos e injertos comprometidos o de riesgo; Anemia aguda en los casos de imposibilidad de transfusiones; Sordera Súbita; Peritonitis difusa en pediatría y Medicina del deporte, entre otros.